La conducción y los adultos mayores
Conducción - ancianos; Conducción - adultos mayores; La conducción y los ancianos; Conductores mayores; Conductores ancianosA medida que se hace mayor, conducir un vehículo le permite mantenerse independiente y poder movilizarse. Aunque los cambios del envejecimiento, como la pérdida de la visión o de la audición y los reflejos se hacen más lentos pueden interferir con su capacidad de conducir con seguridad. Conozca más acerca de los temas comunes que los conductores mayores enfrentan, cómo mantenerse seguro mientras maneja, señales que le indican que debe reducir o dejar de hacerlo, y maneras alternativas de movilizarse.
Información
Ciertos cambios físicos y mentales pueden hacer más difícil que los adultos mayores manejen con seguridad:
- Dolor y rigidez de los músculos y las articulaciones. Las afecciones como la artritis pueden hacer que las articulaciones se vuelvan rígidas y que sea difícil moverse. Esto puede hacer difícil tomar y girar el timón. También puede tener problemas para girar su cabeza lo suficiente para verificar sobre su lado ciego.
- Reflejos más lentos. Con la edad, el tiempo de reacción con frecuencia se vuelve más. Esto hace más difícil reaccionar rápidamente para evitar accidentes u obstáculos.
- Problemas de la visión. A medida que sus ojos envejecen, es común que se haga más difícil ver claramente durante la noche debido al resplandor. Ciertas afecciones pueden causar pérdida de la visión, que puede hacer, esto hace más difícil poder ver a otros conductores y señales en la calle.
- Problemas de audición. La pérdida de la audición hace que sea más difícil escuchar las bocinas y otros sonidos en la calle. Es posible que tampoco escuche si su vehículo tiene algún problema.
- Demencia. Las personas con demencia pueden perderse con facilidad, aún en lugares conocidos. Las personas con demencia con frecuencia no saben que tienen problemas de conducción. Si un ser querido tiene demencia, la familia y amigos deberían vigilar la forma en la que conduce. Las personas con demencia severa no deben conducir.
- Efectos secundarios de los medicamentos. Muchos adultos mayores toman más de un medicamento. Ciertos medicamentos o interacciones de medicamentos pueden afectar su capacidad de conducir, porque le provocan mareos o tiempos retardados de respuesta. Hable con su proveedor de atención médica acerca de los posibles efectos secundarios de los medicamentos que está tomando.
Consejos para conducir con seguridad
A pesar de los retos que conlleva envejecer, hay muchas cosas que puede hacer para seguir conduciendo con seguridad en sus años venideros. Ponga a prueba estos consejos:
- Actualice sus habilidades de conducción con clases de manejo de recordatorio.
- Evite conducir cuando hay mal clima, en las horas pico o en la noche.
- Hágase exámenes de la vista con regularidad y no conduzca de noche si no ve claramente en la oscuridad.
- Sea muy cuidadoso en los accesos de riesgo como las rampas y los giros a la izquierda. Planifique su ruta antes de salir de la casa.
- Tome la ruta por las calles que conozca mejor. Solo conduzca distancias cortas cerca de su casa.
- No conduzca cuando está estresado o molesto.
- Evite distracciones. Nunca utilice un celular mientras conduce, aunque tenga audífonos o con un sistema de audio manos libres. Considere no utilizar la radio durante los momentos en los que necesite concentrarse completamente, como en áreas nuevas o cuando el clima esté mal.
- Cuide su vehículo. Tenga al día los mantenimientos de rutina, así como sus luces y ventanas limpias para poder ver claramente.
- Asegúrese de hacerse exámenes de la audición cada 3 años después de cumplir 50. Hable con su proveedor acerca de sus inquietudes auditivas. Si es necesario, adquiera audífonos.
- Si los tiene, utilice siempre sus lentes y audífonos cuando conduzca.
Señales de alerta de que puede ser tiempo de dejar de conducir
Existen ciertas señales de advertencia que le indicarán que es momento de dejar de conducir.
- Se pierde con frecuencia, aún en áreas conocidas.
- Encuentra abolladuras en su vehículo y la puerta del garaje de su casa.
- Tiene enfrentamientos frecuentes con otros conductores.
- Se le hace físicamente difícil o doloroso girar su cabeza para ver, tomar el volante o mover su pie de un pedal a otro.
- Se confunde de pedal mientras conduce.
- Nota que con frecuencia otros conductores le suenan la bocina o se quejan de usted.
- Se distrae con facilidad y se le complica concentrarse mientras conduce.
- Se le hace difícil seguir las señales de tránsito, en la carretera y las marcas del pavimento.
- Recibe muchas infracciones y advertencias de tránsito.
- Golpea con frecuencia su guardapolvo.
- Acelera o conduce muy despacio.
- Se detiene cuando la luz está en verde o frente a señales de alto. Se pasa luces en rojo y altos.
- Su familia, amigos o proveedores le han expresado su preocupación porque conduce.
Si nota cualquiera de estos, debe reconsiderar continuar conduciendo.
Cómo movilizarse cuando deja de conducir
No conducir no significa renunciar a su independencia. Estas son algunas maneras de mantenerse en movimiento y activo.
- Pídale a algún ser querido o a un amigo que lo ayude y aparte tiempo para llevarlo a lugares a donde usted quiere ir.
- Busque servicios de salud locales para adultos mayores que brinden el servicio de transporte en su área.
- Consulte en su iglesia, el templo o centro religioso si tienen un programa para ayudar a transportar a adultos mayores.
- Considere utilizar el transporte público, como un bus o tren. Esto lo ayudará a viajar con seguridad y economía.
- Pruebe utilizar servicios de transporte compartido o taxis para distancias cortas o cuando no haya otra opción. Utilizar estos servicios de vez en cuando es menos costoso que ser propietario de un vehículo.
Para encontrar los servicios que pueden estar disponibles en su área, llame al 1-800-677-1116, o ingrese al sitio web -- eldercare.acl.gov/Public/Index.aspx para encontrar su Agencia local especializada en el envejecimiento.
Actualizado: 5/20/2024
Versión en inglés revisada por: Jacob Berman, MD, MPH, Clinical Assistant Professor of Medicine, Division of General Internal Medicine, University of Washington School of Medicine, Seattle, WA. Also reviewed by David C. Dugdale, MD, Medical Director, Brenda Conaway, Editorial Director, and the A.D.A.M. Editorial team.